Afterthoughts on urban economic theory and its focus
Un interesante aspecto del actual debate científico sobre economía urbana se refiere a la apropiación de algunas definiciones teóricas —y en consecuencia, empíricas— de la ciudad y de su papel, señalando al mismo tiempo el carácter reductivo de las aproximaciones puramente funcionales en términos de economías de aglomeración. Muchos resultados científicos se han logrado explotando las virtudes de estas aproximaciones funcionales, basándose en su fuerte consistencia interna (a partir de sus lógicas restricciones) y su sofisticada formalización. Lo que parece que se ha olvidado es la toma en consideración de la verdadera naturaleza de las ciudades, yendo mucho más allá de su forma de aglomeración física y de los consecuentes beneficios en relación con las transacciones y las comunicaciones. El artículo sugiere que la aproximación geográfico-funcional debería complementarse con otras dos aproximaciones, implícitas en la economía clásica y en la teoría económica evolucionaria, que permiten la investigación y (quizá) la adecuada interpretación de otros aspectos que constituyen la naturaleza de las ciudades: lo que yo llamo la aproximación cognitiva-relacional —interpretando la ciudad como un milieu de conocimiento, generador de pensamiento, creatividad e innovación— y la aproximación jerárquico-distributiva, interpretando las relaciones con la no-ciudad, el countryside o área rural del entorno de los economistas clásicos, en términos de control y de determinación monopolística de los precios relativos. La primera de estas aproximaciones se fija en el papel intrínsecamente creativo de la ciudad y en su capacidad para desarrollar de forma continua nuevas actividades y funciones; la segunda pone su atención en las relaciones de poder en el espacio y de control sobre la distribución de la renta. La aproximación funcional se encuentra actualmente muy consolidada, pero la cognitiva todavía necesita algunas reflexiones en profundidad puesto que implica (al menos de forma parcial) abandonar el enfoque metodológico individualista de la economía neoclásica, con la ventaja de utilizar mejor algunos logros conceptuales procedentes de otras disciplinas sociales. Por otra parte, la aproximación jerárquico-distributiva todavía se nos presenta hoy como bastante inexplorada. El artículo incluye al final, a modo de tentativa, un modelo formalizado de economías de aglomeración, con objeto de estimular la atención hacia las mediciones empíricas de los efectos de los roles cognitivo y de control de la ciudad. Dos importantes problemas abiertos surgen a raíz de este ejercicio, ambos referidos a la distribución de la renta: cómo son las ventajas de los rendimientos crecientes a escala urbana que se distribuyen entre los factores de producción internos (y entre la clases sociales urbanas, incluyendo a los propietarios del suelo), y, por otra parte, cómo sería posible medir el poder urbano en términos de distribución espacial de la renta.
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